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CORONACRISIS (PARTE 3)

CORONACRISIS

(PARTE 3)

Palabras y frases clave: Unión Europea, Crisis Económica, Depresión Económica, Federalismo Fiscal, Coronavirus, Economía del Distanciamiento Social, Coronabonos, Bonos de Estabilidad Europea, Mecanismo Europeo de Estabilidad, PIGS, Instrumentos de Política Fiscal Europea, Política Monetaria Europea, Eurozona.

I. CORONACRISIS, DESCONFIANZA Y EUROESCEPTICISMO.

La Coronacrisis ha movido los cimientos de la Unión Europea como entidad de cohesión económica y política. Una clara disputa entre estados miembros que deberán ponerse de acuerdo en el coste de la reconstrucción, ante un escenario un tanto más adverso que el del final de la segunda guerra mundial: con líneas mucho más difusas entre las posiciones enfrentadas, donde no puede identificarse un enemigo concreto, un chivo expiatorio a quien culpar por el origen de la pandemia y el congelamiento económico que conlleva el confinamiento social imprescindible. El euroescepticismo se cierne sobre aquellos países que ya de por sí y con antelación al advenimiento de la pandemia por Covid-19 se sentían excluidos de los beneficios conjuntos que supuso la integración monetaria de la región. Donde claramente aquellas naciones que se encuentran en condición de ejercer una solidaridad que a la larga también les beneficiará a ellos, se encuentran reticentes a ponerla en marcha utilizando argumentos banales y espúreos, culpabilizando a través de sermones moralizantes sobre disciplina fiscal y gasto público con una doble moral con la que es muy fácil sentirse ofendido acá en el sur de Europa. Verdaderas conductas de free riding han venido siendo ejercidas desde la implantación de la moneda común y de muchos es conocida la existencia de paraísos fiscales en el corazón de Europa, que han afectado la estabilidad y las cuentas públicas de otros países de la eurozona, particularmente a aquellos que se vieron forzados a sacrificar las ventajas comparativas que ofrecían las políticas monetarias de sus propias monedas nacionales (gran parte del desarrollo industrial y de capacidad competitiva comercial a nivel mundial se ha perdido tanto en España como en Italia fruto de la adopción del Euro como moneda de curso legal). La solidaridad entre vecinos europeos es hoy más necesaria y justificada que nunca, dado el problema existencial mismo que para la unión y para el continente europeo en su conjunto conlleva la pérdida de confianza mutua, aunada a una cada vez más menguante capacidad de incidencia geopolítica y al aislamiento de la anglósfera (véase las consecuencias del Brexit y la hostilidad de las políticas comerciales de USA hacia la UE). Hoy en día y ante esta situación es necesaria la plena conciencia de que el bienestar de todos los países europeos pasa por un verdadero ejercicio de confianza recíproca y sentido de la solidaridad y supervivencia de cara al mediano y largo plazo. De las políticas económicas relacionadas por la crisis que logren consensuar los gobiernos de los países de Europa (que no las instituciones de la UE, que han mostrado disposición para resolver la situación) dependerá la estabilidad y el futuro mismo de la Unión, sus mismos cimientos morales. En fin: ¿Para qué una unión económica, política y monetaria de intereses que no calibran hacia un bienestar en común? Solidaridad, en una palabra, y confianza, en un slogan si se quiere, que devuelva cuanto antes a Europa al plano geopolítico internacional en las mejores condiciones para competir e incidir, y que logre preservar el modelo europeo de bienestar, a la vez que socave los oscuros e irracionales intereses del populismo divisorio.



Courtesy of Voxeurop


1. Las razones de los gobernantes de Europa meridional.

Como hemos venido analizando en las anteriores entregas de esta serie, la suspensión de las reglas del pacto de estabilidad y los “bazookas” del BCE son medidas que en un contexto menos asfixiante podrían resultar suficientes. Dada la gravedad de la actual coyuntura, los líderes de España e Italia proponen otras herramientas como una financiación específica para el gasto relacionado con el coronavirus en el presupuesto comunitario. Los líderes meridionales también piden que Bruselas apueste por líneas de actuación acordadas con los Estados miembros y por una base común para conseguir y compartir toda la información médica y epidemiológica, es decir una política integral europea en materia sanitaria. Advierten de que es esencial preservar el mercado único para dar a todos los ciudadanos europeos el mejor cuidado posible y la garantía más fuerte de que no habrá escasez en los mercados. Asumen el compromiso de mantener las fronteras interiores abiertas para el comercio, el intercambio de información y los movimientos esenciales de los ciudadanos europeos, especialmente entre los trabajadores transfronterizos. Subrayan que no puede haber adquisiciones “hostiles” en esta fase de dificultades económicas. Estos países prometen esforzarse para garantizar la producción y distribución de la equipación médica y de protección necesaria para afrontar el virus, y enviarla rápidamente donde más se necesite, por lo que tanto Italia como España ya han llevado a cabo sendas compras de material sanitario, incluyendo test de diagnóstico de coronavirus, mascarillas y respiradores entre otros. Los mandatarios Sánchez y Conte instan a que Europa entera esté en las mejores condiciones para afrontar la inevitable crisis económica que ya ha provocado la pandemia e invitan a reflexionar sobre la interconexión de las economías europeas, las cadenas de producción, los sectores estratégicos, los sistemas de salud, y las inversiones y los proyectos europeos. “Si queremos que la Europa del mañana esté a la altura de las aspiraciones de su pasado, debemos actuar hoy y preparar nuestro futuro común”, expresaron en su misiva al Eurogrupo.


2. Esta vez no se trata de Bruselas.

La pugna por la mutualizacion de la deuda para afrontar la crisis económica derivada del coronavirus se ha trasladado a la Comisión Europea, pero las reticencias a la misma tienen nombres específicos: no es Bruselas. Son Berlín, Ámsterdam, Viena y Helsinki… De hecho, la opinión pública de dichos países hermanos está a favor de mayor solidaridad. En el ejecutivo comunitario aparece la misma división que mantienen los estados miembros, los comisarios de los países del sur consideran que actuar a través del fondo de rescate europeo (MEDE), con la condicionalidad que conlleva (los tristemente recordados hombres de negro) es inaceptable, mientras que para los del norte es la única vía para poder avanzar.

La posición oficial de la Comisión es que todas las opciones están sobre la mesa, pero que es importante que las elegidas sean rápidas, efectivas y “basadas en el consenso de todos los actores, en particular de los estados miembros”. Es el discurso que mantiene su presidenta Úrsula von der Leyen, priorizar el consenso y, por tanto, como consecuencia práctica, dejar en segundo plano a los coronabonos, que provocan discrepancias acentuadas entre los estados miembros. Pero los comisarios de los países más afectados por la crisis discrepan de este posicionamiento y consideran que hay que buscar una mutualizacion de la deuda limitada, que no suponga abrir la puerta a la generalización del proceso. Es decir, financiar con deuda común acciones específicas, para un período de tiempo acotado y limitadas a un propósito determinado.


A crisis excepcional, medidas excepcionales, mantienen los partidarios de esta vía, frente a los más ortodoxos, que se niegan a abrir la puerta a cualquier tipo de eurobonos, e insisten en utilizar al fondo de rescate europeo. El problema con el MEDE es la condicionalidad que lleva acompañada, que supone para el país que lo solicite someterse a un programa de control desde “Bruselas” (¿Frankfurt?), o lo que es lo mismo, quedar estigmatizado como país en apuros y bajo supervisión. Los recuerdos de los programas de rescate de la crisis de 2008 siguen estando muy presentes.



Courtesy of European Parlament.


3. Los capitanes del buque nombrados, y con la hoja de ruta aún por ser trazada.

La Comisión Europea abordará la iniciativa lanzada por su presidenta, Von der Leyen, de modificar los presupuestos de los próximos 7 años (2021-27) para introducir un paquete de estímulos para reactivar la economía. Esta propuesta formará parte de la estrategia de salida de la crisis que deben pilotar tanto Von der Leyen, como el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en consulta con la responsable del BCE, Christine Lagarde. En el Consejo Europeo, el presidente del gobierno español Pedro Sánchez, propuso que este plan lo dirigieran los 5 presidentes, es decir, los responsables de la Comisión, el Consejo, el Parlamento, el BCE y el Eurogrupo. Sánchez buscaba involucrar en el proceso a personas que han mostrado más sensibilidad hacia las necesidades del sur de Europa en esta crisis. Al final, sin embargo, se pactó una salida de compromiso delegando la tarea en Von der Leyen y Michel, con el apoyo de Christine Lagarde.

Por otro lado, si los presidentes deben diseñar la estrategia de salida, el Eurogrupo empezará el próximo 7 de abril a preparar el uso de los instrumentos para afrontar la respuesta inmediata a la crisis. Un mandato que le dieron los jefes de gobierno, aunque sin acompañarlo de una guía hacia dónde dirigirse, porque ellos mismos fueron incapaces de acordarlo.


II. LAS ERRÁTICAS DIVAGACIONES DEL HOLANDÉS-NO-ERRANTE

Wopke Hoekstra, ministro de Finanzas neerlandés, ha entonado un mea culpa a regañadientes después del incendio que causaron sus declaraciones, culpabilizando al sur por no ahorrar y no poder hacer frente ahora a la emergencia del COVID-19. El ministro de Países Bajos admite que mostró “poca empatía”, pero advierte de que la posición de su país ante los coronabonos es y no será otra que nee (no). La cita crucial será el próximo 7 de abril con la reunión del Eurogrupo. El dedo apuntador del ministro holandés a países como España o Italia en sus peores momentos del coronavirus sentaron como un jarro de agua fría en buena parte de la Unión Europea. Antònio Costa, primer ministro portugués, calificó sus palabras como "repugnantes" y "una amenaza para el proyecto europeo". Pocas horas antes de la fallida cumbre europea del jueves 26 de marzo, Hoekstra incendió los ánimos sugiriendo abrir una investigación a países como España, que “no habían reformado sus economías”, por no haber ahorrado tras siete años de bonanza.


1. Ni hablar de los Coronabonos…

“No hemos sido lo suficientemente empáticos. Deberíamos haber dejado claro la semana pasada, incluyéndome a mí mismo, que queremos ayudar. Si (mis palabras) han desatado esta tormenta es que no lo he hecho bien. Ha quedado claro lo que no queremos, pero no lo que queremos”, apuntó hace unos días, en unas declaraciones con el medio holandés RTLZ. Lo que se desprende de su mea culpa es que reconoce la falta de claridad en la explicación del mensaje, pero el mensaje continúa siendo el mismo: ni hablar de los coronabonos: “No son una solución”. Nuestra posición sobre los coronabonos está clara, pero la posición de solidaridad, no. Los coronabonos, o eurobonos, o como sea que se llamen, no son prudentes. No es una solución para el problema actual. Proporcionan más riesgo, en lugar de menos y eso es un error en este momento. No es un buen momento para tener un debate europeo (sobre la financiación conjunta de la deuda a través de los coronabonos)", prosiguió.

Países Bajos no es el único miembro de la eurozona que rechaza de forma tajante la mutualizacion de deuda. Otros como Alemania, Austria y Finlandia también se oponen. Pero sí que es el más duro en este grupo de los halcones. La falta de tacto hacia sus socios comunitarios más golpeados por la pandemia ha recibido fuertes críticas dentro y fuera del país de los tulipanes. Ámsterdam propone la utilización del MEDE (eso sí, con condiciones) escenario rechazado por Roma, muy tocada económicamente y cuya opinión pública lo vería como una especie de rescate financiero.


2. No al falso altruismo, si a la responsabilidad compartida.

Los líderes europeos se vuelven a enfrentar a las grandes noches de duras negociaciones para rescatar a la economía europea. Con el camino de los coronabonos prácticamente bloqueado por el mismo bloque de países que durante los años de la última recesión frenaron las medidas drásticas para salvar al euro, se va imponiendo la idea de que intervenga el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), la herramienta que ayudó a Grecia, Irlanda, Portugal y España en 2012. Sin embargo, esta fórmula plantea algunas deficiencias como su limitada potencia de fuego y que, en la práctica, no será una medida global para todos los países de la zona euro, solo para los más débiles desde el punto de vista financiero.

El fracaso del Eurogrupo y el Consejo Europeo para movilizar a todos los países en una sola dirección contra el colapso económico que está provocando el coronavirus, apunta a que el MEDE será la solución para ayudar en la recuperación económica. Los ministros de Finanzas acordaron activar las líneas de crédito del organismo con un límite del 2% del PIB. España prácticamente ha comprometido el 20% de su PIB en movilizar recursos para paliar los efectos del virus. Italia y España han amenazado con plantar al Consejo de Europeo por las vaguedades de las conclusiones de la reunión del 26 de marzo.



Courtesy of the Centre For European Reform


Los sospechosos habituales, Alemania, Austria y principalmente Holanda, frenaron la ambición del bloque de España, Francia e Italia de impulsar los coronabonos, aunque si abrieron la puerta a que la Comisión Europea pueda emitir deuda y preste ayuda financiera, una pirueta que lleva de cabeza a que el MEDE sea la institución europea que canalice el rescate. Pero llegada la hora de la verdad, no hubo consenso entre los líderes europeos para dar luz verde al acuerdo de los ministros de Finanzas. Todavía Alemania y Holanda creen que es el momento de que los propios países actúen con sus propios recursos, una vez que se ha suspendido temporalmente el Pacto de Estabilidad con sus controles sobre el déficit y la deuda.


3. “Ayudas” = Perdida de soberanía fiscal para el sur de Europa.

La vía del MEDE sigue siendo la vía más factible dadas las posturas aparentemente irreconciliables para que en el corto plazo se articulen las ayudas europeas. Lejos de lo que pueda parecer, y a pesar de que fue una herramienta fundamental en 2012 para proteger al euro, el fondo de rescate plantea dudas entre los expertos para que sea la respuesta adecuada. Los créditos del MEDE están diseñados para abaratar los costes (solamente) de financiación: “El primer problema sería la potencia de fuego relativamente pequeña del MEDE”, exponen desde el think tank europeo Bruegel. Aunque el fondo tiene una capacidad de 500.000 millones, actualmente solo tiene 410.000 millones. El resto está comprometido en los anteriores rescates de 2012. Con lo que su capacidad es aún menor, y está limitado drásticamente su alcance para reducir las necesidades de financiación de los países que se encuentren con problemas. Pero no es el único problema que plantea desempolvar de nuevo el MEDE. Alemania y Holanda están empeñadas en la solución de líneas de crédito, aunque el fondo de rescate también puede adquirir títulos de un Estado en mercados de deuda primarios y secundarios, comprando deuda directamente a un país. Pero el diseño de los préstamos solo sería útil en estos momentos para como Grecia, Portugal, Italia y España, dejando fuera a los que se pueden financiar en los mercados con intereses cero o negativos. El MEDE, aunque aplica unos tipos muy beneficiosos a sus préstamos, no llega a los actuales niveles que ofrecen los inversores en el mercado a la deuda alemana, holandesa o austriaca.

Wopke Hoekstra, defendió ante sus socios que el recurso de las líneas de crédito del MEDE debe ser de última instancia y sujeto a condicionalidad. A pesar de que la crisis sanitaria y que sus efectos económicos golpearán en cada rincón de la zona euro vuelve abrirse la guerra norte y sur en el euro, la de deudores y acreedores. Los expertos de Bruegel resaltan este extremo como la principal deficiencia del plan de rescate “la mera mención del MEDE o de un MoU son políticamente tóxicos en la mayoría de estos países”, que solicitaron los rescates de 2012. Suponen invocar a los fantasmas recientes de la troika y los hombres de negro exigiendo brutales recortes a los gobiernos. La lógica política apunta a que si alguna vez hubo un momento verdaderamente propicio para la solidaridad en Europa es ahora. El hecho de que los países europeos se ayuden mutuamente o no en esta grave emergencia definirá durante mucho tiempo lo que representa a la Unión Europa: una unión de verdadera solidaridad o un contubernio de mera conveniencia.


III. LA HORA DE LA SOLIDARIDAD EUROPEA ES AHORA O NUNCA.

El BCE, como ya ocurrió en el pasado, ha vuelto a remendar la situación para que el escenario político no se convierta en un callejón sin salida. Mientras el Eurogrupo, la sala de guerra de las crisis económicas, se iba al traste, el banco central rompía las cadenas para que su capacidad de 750.000 millones de compra de deuda fuera discriminada y por países. Sin modificar sus reglas, el BCE para comprar deuda italiana tendría que comprar proporcionalmente deuda alemana, ¡un absoluto sin sentido cuando el “bund” se encuentra en terreno negativo…!

Los expertos recuerdan en la necesidad de adoptar un plan para no dejar solo al BCE para evitar una crisis financiera. En cualquier momento, los mercados pueden intentar probar los límites del BCE y poner a prueba su capacidad de resiliencia financiera. A diferencia de la Reserva Federal americana, que ha anunciado compras ilimitadas de todo tipo de activos, como deuda corporativa o municipal, en el marco del plan de rescate más ambicioso que ha tenido lugar en la historia de los Estados Unidos, el BCE puede encontrarse con muchos problemas políticos para dar un paso de tal envergadura. Los mismos países que bloquean los coronabonos, también tienen presencia en el Consejo de Gobierno del BCE. Por no hablar de las presiones externas… Cada vez que el BCE ha roto una frontera financiera psicológica ha sufrido fuerte críticas, hasta el punto que Alemania le ha llevado a los tribunales por supuestamente extralimitarse de su mandato.

Tras la crisis monetaria, sino antes, comenzará la crisis económica. Todos los países han lanzado millonarios planes de urgencias para evitar un colapso y la Comisión Europea ha suspendido los controles de déficit y deuda. La medida “histórica” que por el momento ha tomado Bruselas, al final solo favorecerá a los países ricos que tengan margen fiscal. A la vuelta de la esquina países como España, se encontrarán en una profunda recesión no vista nunca antes en tiempos de democracia: con una caída del PIB que superará el 5%, millones de parados, una deuda apuntando al 150% del PIB y un déficit que rondará el 10%.

Y sin demasiadas razones para continuar dentro de la Unión Europea.



Courtesy of Politico (European Edition)


 
 
 

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