BIG DATA Y GOBERNABILIDAD PARA EL DESARROLLO (PARTE 2).
- MAYORA & GONZALEZ
- 17 abr 2020
- 11 Min. de lectura
BIG DATA Y GOBERNABILIDAD PARA EL DESARROLLO (PARTE 2).
Palabras y Frases Clave: Big Data – Macrodatos – Tecnologías de la Información y la Comunicación – IoT – Data Mining – Machine Learning – Prevención del Delito – Detección Temprana de Conflictos - Información sesgada – Políticas Anticorrupción – Fallos de Estado – Externalidades Negativas – Brecha Digital – Ubicuidad Digital – Transparencia y Rendición de Cuentas – Digital Compliance – Big Data para el Desarrollo.
A través de todas estas nuevas herramientas, y en particular de los datos bajo tratamiento en Big Data, podemos saber más, y anticiparnos sobre las causas, dimensiones e indicadores de conflictos violentos en el ámbito de la seguridad pública y ciudadana que quizás en cualquier otro momento de la historia. Incluso cuando hay desacuerdo sobre los factores detonantes y los efectos en contextos específicos, generalmente hay un grado de coherencia normativa sobre las causas y consecuencias de los conflictos violentos entre individuos o grupos sociales. Sin embargo, continúan siendo muy pocos e insuficientes los esfuerzos institucionales en los países en vías de desarrollo para poner este conocimiento al servicio de la prevención de la violencia social que les caracteriza.

Imagen cortesía de Spinetta y Horvilleur
I. EL BIG DATA COMO HERRAMIENTA DE REDUCCIÓN DE COSTES EN POLÍTICAS DE SEGURIDAD.
Si bien durante la última década se han logrado avances en la prevención de conflictos violentos, la comunidad internacional ha hecho más para mejorar su capacidad colectiva para poner fin a la violencia que evitar su brote. En realidad, los procesos de toma de decisiones políticas rara vez se ven influenciados por los sistemas existentes de prevención de conflictos y alerta temprana, lo que genera la llamada "brecha de advertencia-respuesta".
Además, mientras que los fondos tienden a estar generalmente disponibles para responder a los conflictos, no suele haber muchas opciones de financiación para actividades de prevención, incluso cuando la violencia está bien prevista u ocurre en ciclos repetidos. Hace más de veinte años, en 1997, la Comisión Carnegie estimó que prevenir el genocidio de Ruanda no solo habría salvado miles de vidas, sino que también habría costado solo un tercio de los US$ 2 mil millones gastados en ayuda internacional y reconstrucción.
Este tipo de estadísticas ha contribuido a la creencia generalizada de que existe un valor moral y fiscal en la prevención. Sin embargo, la realidad es que la prevención ha seguido enfrentando una inversión insuficiente. Para los donantes, esto generalmente es un problema ante la imposibilidad de demostrar fehacientemente los resultados para las actividades de prevención, como lo harían para la respuesta a la crisis o las inversiones en desarrollo. A nivel nacional, los gobiernos de los países afectados pueden no ser conscientes de la magnitud del desafío, particularmente si su compromiso con la población es subóptimo, si son cómplices o tienen intereses creados de uno de los lados en la disputa política, o si tienen una capacidad institucional insuficiente para abordar el problema.
También se necesitan nuevas soluciones para superar la dicotomía cada vez más cuestionada entre la prevención operativa (esfuerzos a corto plazo para prevenir una crisis incipiente o creciente) y la prevención estructural (medidas para abordar las causas profundas de la violencia). La acción preventiva contemporánea ha demostrado que el éxito en los compromisos a corto plazo que abordan crisis agudas, generalmente requieren esfuerzos sostenidos y a largo plazo para abordar las causas profundas de la violencia (de altos costes económicos para las cuentas nacionales). En los últimos años, el concepto de prevención sistémica fue acuñado como el tercer componente de una agenda integral de prevención.

África Sub-Sahariana, algunas zonas de Latinoamérica, Sudeste Asiático y Oriente Medio son las regiones de menor cobertura de Internet (2019) Fuente: ITU
II. LA ALERTA TEMPRANA COMO LA CLAVE PARA LA REDUCCIÓN DE LA VIOLENCIA
¿Puede la tecnología innovadora proporcionar nuevas herramientas para superar estas limitaciones de la prevención de conflictos? ¿Cómo puede la nueva tecnología contribuir a la caja de herramientas de alerta temprana existente y ayudar a disminuir la ocurrencia de conflictos violentos de manera más efectiva?
En este contexto, la pregunta central es: ¿cómo pueden las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), el IoT, la tecnología Blockchain, y sobre todo el Big Data, ayudar a los actores internacionales, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil a fortalecer su voz y acción para prevenir de manera más efectiva los conflictos de convivencia ciudadana, la corrupción y el crimen organizado? Para efectos pedagógicos, utilizamos el término "nueva tecnología" para connotar la comunicación, la recopilación de información, el intercambio de información y el análisis de información que se realiza a través de smartphones y a través de Internet (por ejemplo, redes sociales, mapeo de información, mapeo SIG), y que puede ser utilizado al servicio de la prevención de conflictos. Aquí, la prevención de conflictos se refiere a aquellas actividades que tienen como objetivo principal evitar o reducir la violencia política y criminal; la resolución o el manejo pacífico de disputas políticas que pueden conducir a conflictos violentos incluyendo colapso de orden institucional; y la disminución de las tensiones dentro de la sociedad.
Los factores a analizar son: (1) La ubicuidad, la densidad y calidad de las TIC utilizadas; (2) Los motivos estructurados / estructurales que desencadenan eventos para el conflicto o la violencia, según corresponda, y el papel de las TIC en la propiciación de los mismos; (3) el papel de la sociedad civil, los gobiernos nacionales, los organismos internacionales de financiación y las organizaciones regionales e internacionales, si las hay; (4) La capacidad, robustez constitucional y legitimidad del gobierno, y sus interacciones con la comunidad; (5) Los patrones de flujo de información y su relevancia para la calidad de la alerta temprana, la credibilidad de las alertas y la cantidad de personas alcanzadas; (6) Si las TIC mejoraron y / o empeoraron la situación y de qué manera; y (7) si las TIC facilitaron, informaron o aceleraron la respuesta a la situación de conflicto y cómo lo hicieron.
La criteria utilizada debe ser en todo caso subsumida a los países latinoamericanos o sus variables proxys en el tercer mundo, así:
1. Casos de diferentes regiones del mundo (África, Asia, América Latina);
2. Casos con diferentes tipos de violencia (crimen organizado, corrupción, violencia criminal, violencia relacionada con las elecciones, conflicto armado, crisis a corto plazo);
3. Casos en diferentes contextos políticos (gobiernos restrictivos y colaborativos);
4. Y casos con diferentes herramientas tecnológicas (Big Data, teléfonos móviles, crowdsourcing, mapeo de crisis, blogs, redes sociales, etc.)

Las redes inalámbricas han pasado a ocupar el virtual monopolio de las conexiones a Internet, siendo las conexiones de punto fijo residuales reservadas a administraciones públicas. Fuente: ITU.
La combinación de estos criterios produjo los cinco casos hipotéticos que se verán a continuación. Dada la relativa novedad de algunos de estos avances tecnológicos, se estudian las experiencias en los últimos cinco años y se abordan los resultados tanto positivos como negativos. Se han utilizado fuentes académicas contrastadas e investigaciones de campo, y se le dio alta prioridad a la inclusión de aquellos de universidades, organizaciones de investigación y grupos de expertos de las regiones y países donde ocurrieron los conflictos o crisis analizados. Todos los expertos trabajaron utilizando los mismos términos de referencia que hemos diagramado y método de comparación estructurada y enfocada para garantizar la comparabilidad de sus hallazgos.
Los patrones de conducta y comportamiento masivo resultaron ser bastante similares ante situaciones análogas, y arrojan lecciones y recomendaciones transversales para organizaciones internacionales, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil.
Esto típicamente incluye alerta temprana y evaluación, diplomacia preventiva, gestión de crisis, resolución de conflictos, establecimiento de la paz, mantenimiento de la paz, construcción de la paz y todas las actividades destinadas a fortalecer los sistemas y capacidades internacionales, regionales y nacionales en estos campos.
III. BIG DATA PARA LA PREVENCIÓN DE CONFLICTOS
La capacidad de manipular grandes datos, visualizar dinámicas y reconocer patrones y firmas para conflictos crea nuevas oportunidades de asistencia humanitaria y de desarrollo en los entornos más complejos y peligrosos.
La teoría de la tecnología como amplificador explica cómo puede parecer que la misma tecnología tiene impactos tanto positivos como negativos, porque la tecnología es simplemente una lupa de la intención y las capacidades humanas e institucionales subyacentes, que pueden ser positivas o negativas.
La esperanza de que la tecnología reduzca la violencia de la guerra suele ser una ensoñación. Richard Gatling esperaba que su nueva ametralladora multicañón de disparo rápido sirviera para reducir el derramamiento de sangre de la guerra, mientras Alfred Nobel creía que los explosivos que inventó harían la guerra impensable. No ocurrió así, como es bien sabido.
Este estudio discute cómo el Big Data podría ayudar a revelar ideas clave sobre los factores impulsores, los desencadenantes y los primeros signos de violencia a gran escala para apoyar y mejorar las iniciativas de prevención de conflictos. En general, los grandes datos se refieren al aumento exponencial en el volumen y la velocidad de la información que se crea cada día en nuestro mundo digital e hiperconectado.
Como un campo de práctica en la fabricación, lo que llamamos "Big Data para la prevención de conflictos" se caracteriza mejor por su potencial más que por su historial. Ciertamente, en los últimos años, la innovación tecnológica se ha convertido en una parte importante de la prevención de conflictos en varias áreas, incluida la alerta temprana y la respuesta. Las técnicas sofisticadas de minería de datos también se han utilizado durante mucho tiempo con fines de inteligencia y defensa. Pero, como mostramos, ninguno de los dos es, ni debería ser, sinónimo de Big Data para la prevención de conflictos.
Las preguntas fundamentales sobre qué define el concepto de Big Data para la prevención de conflictos y qué potencial tiene todavía están por responder en gran medida. Quizás lo más importante es, que es necesario estructurar estas preguntas en torno a consideraciones conceptuales y marcos para guiar e informar futuros debates sobre estos temas complejos y delicados. Tal es el doble objetivo de esta serie de artículos.

Existe una fuerte correlación entre los niveles de ingreso por región y el numero de conexiones a Internet por porcentaje de su población, Fuente: ITU
IV. LAS PERSPECTIVAS DICOTOMICAS DE APROXIMACIÓN AL BIG DATA EN SU APLICACIÓN COMO HERRAMIENTA DE DESARROLLO.
Antes de entrar en la sustancia y los detalles, comencemos por contrastar dos perspectivas diametralmente opuestas y altamente simplistas sobre la relevancia de Big Data para la prevención de conflictos como una forma de esbozar algunos de los términos del debate más amplio. Una perspectiva apuntaría al potencial de la revolución actual de los datos y postularía que Big Data no solo es relevante, sino que incluso está especialmente adaptado a la prevención de conflictos. Puede proporcionar una visión en tiempo real, de 360 grados, de entornos complejos, riesgosos y tradicionalmente deficientes de datos para los responsables políticos que se sientan en algún lugar remoto (es decir, seguro), como una encarnación del siglo XXI de generales que se encuentran en la cima de un colina que domina el campo de batalla, lo que salva vidas y recursos. Los ejemplos recientes y los cambios actuales dan crédito a la noción de que “la capacidad de manipular grandes datos, visualizar dinámicas y reconocer patrones y comportamientos para conflictos crea nuevas oportunidades de asistencia humanitaria y de desarrollo en los ambientes más complejos y peligrosos”, pero esto puede ser una falacia.
La otra perspectiva, por el contrario, sostendría que depender principalmente de análisis de datos sesgados y desordenados por analistas matemáticos que tal vez nunca hayan puesto un pie en el campo para informar sobre la creación de políticas públicas empáticas con la ciudadanía y decisiones programáticas en contextos propensos a conflictos puede resultar contraproducente. En otras palabras, la preocupación consiste en tratar de no apresurarse a aplicar Big Data en entornos tan volátiles, altamente subjetivos y peligrosos sin comprender y abordar por completo los riesgos y desafíos asociados: la falta de representatividad de los datos, la dificultad de separar la sospecha de la praxis. El desafío descomunal y moralmente réprobo para muchos, de modelar el comportamiento humano, e incluso el riesgo de hacer mal uso de tales herramientas por parte de regímenes autoritarios u opresivos, puede terminar estimulando la llama y no apagando y menos evitando la propagación de los conflictos ciudadanos.
Ambas perspectivas son, por supuesto, en gran medida incorrectas, pero con algunos puntos que deben tenerse en cuenta, y el punto óptimo de tratamiento de datos masivos para la prevención de la violencia ciudadana recae en algún punto entre ambos supuestos. Otra verdad es que la discusión —de Big Data en general, especialmente aplicada al ámbito de la política en términos de combate a los fallos de estado— con demasiada frecuencia se mantiene en un nivel superficial. Los datos masivos, mediante su adecuada secuenciación, pueden revelar información mucho más compleja y menos maniquea de las dinámicas del comportamiento humano tanto individual como colectivo.
Para ello es necesaria la formulación de cinco supuestos clave:
1. ¿Qué queremos decir con “Big Data para la prevención de conflictos”?
2. ¿Cuáles son las aplicaciones actuales de técnicas relacionadas en el ámbito de las ciencias del comportamiento?
3. ¿Cómo podría aprovecharse el Big Data para la prevención de conflictos, en teoría?
4. ¿Qué desafíos y externalidades asociadas pueden surgir?
5. ¿Qué principios constitucionales, legales, administrativos e institucionales pueden ayudar?
V. ¿QUÉ QUEREMOS DECIR CON BIG DATA PARA LA PREVENCIÓN DE CONFLICTOS?
"Big Data para la prevención de conflictos" se refiere al uso potencial de Big Data para apoyar los esfuerzos de prevención de conflictos emprendidos por una amplia gama de actores potenciales entre comunidades, organizaciones no gubernamentales y comunitarias, gobiernos, organizaciones internacionales, etc. Como tal, cae en la intersección de un campo que tiene una larga tradición (prevención de conflictos) y una práctica nueva y de rápido crecimiento, Big Data, especialmente aplicado a los objetivos de desarrollo, conocido como Big Data para el desarrollo. Antes de identificar y analizar posibles puntos de conexión (y fricciones) entre ambos, es útil comenzar definiéndolos y describiéndolos por separado rápidamente.
Una definición comúnmente utilizada de prevención de conflictos es la de Michael Lund, quien la define como “cualquier medio estructural o intercesor para evitar que las tensiones y disputas intraestatales o interestatales se conviertan en violencia significativa y uso de las fuerzas armadas, para fortalecer las capacidades de las partes potenciales en conflictos violentos para resolver tales disputas pacíficamente y para reducir progresivamente los problemas subyacentes que producen estos problemas y disputas”. En otras palabras, la prevención de conflictos se refiere a una variedad de actividades destinadas a anticipar y evitar el estallido del conflicto, o intentar limitar su escala y propagación.
En términos prácticos, la prevención de conflictos incluye la alerta temprana, la gestión de crisis, la resolución de conflictos, la preservación de la confianza institucional, la construcción de la paz, el mantenimiento de la paz y la actividad de construcción de la paz, y todas las actividades y gastos destinados a fortalecer los sistemas y capacidades internacionales y regionales en estos campos. Aunque el campo ha experimentado cambios importantes en los últimos años, continúa viéndose a través de los paradigmas complementarios y principales de prevención estructural y prevención operativa (o directa) (otras perspectivas distinguen la prevención a corto y largo plazo).
La prevención estructural se compone de proyectos de desarrollo a mediano y largo plazo que abordan lo que se cree que son impulsores estructurales del conflicto (por ejemplo la corrupción política e institucional, pobreza, desigualdad horizontal, captura de la institucionalidad del Estado por parte de élites o caciques, o la primacía del desempeño macroeconómico a expensas del bienestar de los individuos, etc.).
La programación sensible al conflicto y las evaluaciones de riesgo de conflicto forman parte del conjunto de herramientas de prevención estructural, que generalmente se basa en indicadores estructurales macroeconómicos y macropolíticos.
Sin embargo, estos son a veces cuestionables con respecto a la calidad de los datos, suponiendo que incluso estén disponibles en primer lugar. La prevención operativa, por otro lado, se discute en términos de sistemas de alerta temprana y respuesta a conflictos (así como en diplomacia preventiva). La prevención operativa de conflictos aborda los desencadenantes "inmediatos" de los conflictos, obviando de esa forma factores intrínsecos de desigualdad, exclusión social o injusticia que pudieron haber servido como caldo de cultivo.

La diferencia relativamente pequeña entre las suscripciones a telefonía móvil como medio de acceso a Internet entre países desarrollados y en vías de desarrollo nos permite apreciar como la interconectividad es percibida como una necesidad de primer orden por las personas alrededor del mundo. Fuente: ITU
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